Han pasado casi 20 años desde que Radiohead lanzara el, muy probablemente, mejor disco pop-rock que se ha realizado en todo este periodo de tiempo, sin que hasta la fecha ningún otro le haya podido pintar la cara. Escribir sobre un disco así nunca es fácil, sobre todo porque uno se siente empequeñecido, frágil, insignificante. Tal es la magnitud de OK Computer: el significado que para tantos y tantos millones de personas tiene como símbolo de los 90, como el amanecer de una nueva era en la música contemporánea.
Y es que el tercer disco de Radiohead no es simplemente una colección de grandes canciones, que también. Es un concepto, una obra completa, es a Thom Yorke y los suyos lo que el Pepper o el White Album a The Beatles. Desde los primeros acordes de Airbag, uno ya siente ese pellizco de que está ante algo diferente y grande, muy grande; pero esa sensación es torbellino al llegar Paranoid Android, la certeza es total en ese momento: estás ante un álbum eterno, de los que nunca te podrás olvidar y que nunca pasará de largo. Porque OK Computer tiene incluso su Revolution 9, ese Fitter Happier sorprendente y chirriante que sin embargo debe estar ahí, porque sí.
No son pocos los que están seguros de que este álbum significó la entrada en la nueva era de la música, quizá porque asistíamos al nacimiento de lo digital y este fue el último gran disco conforme a lo que la Industria había venido haciendo hasta entonces, quizá porque empezaron a emular a Radiohead otros muchos, algunos de ellos dueños y señores del escenario actual: ¿o es que podemos dudar de la influencia de Radiohead en grupos como Coldplay o Muse? Sea como fuere, no hay muchas dudas de que OK Computer es el hijo perfecto de los 90, y el padre adoptivo de muchos buenos hijos del siglo XXI.
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